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El caso de Maxi Pereira es único en la historia del fútbol uruguayo. Su durabilidad solo admite una comparación: se parece al muñequito de la publicidad de las pilas Eveready (hoy se llaman Energizer y la imagen la representa un conejito rosado que sigue y sigue, que nunca se gasta). Tras la paupérrima imagen que dio en el mundial de Brasil de 2014, en el que fue expulsado en el primer partido contra Costa Rica, posiblemente su peor actuación con la selección celeste, una gran mayoría debe haber supuesto que la carrera de Pereira en el primer nivel del fútbol mundial estaba terminada, sobre todo porque en ese partido su cuerpo demostró sentir el paso del tiempo. Parecía que los futbolistas costarricenses iban en motocicleta, y Pereira a pie, y cansado.
Pero Pereira (la aliteración es intencional), como buen geminiano, además de durabilidad, tiene un tesón admirable; el tiempo no lo detiene. Resiste, siempre está ahí. No en vano, es el jugador uruguayo que más años en forma ininterrumpida ha jugado en equipos de primera línea del fútbol europeo, ya no solo el que más partidos disputó con la selección uruguaya. Su legajo profesional es admirable. Disputó cuatro copas América, y fue a tres mundiales (en dos de los cuales jugó).
En 2007, hace ya once años largos, llegó al Benfica, equipo en el que jugó hasta 2015, año en el que fue transferido al gran rival de la liga portuguesa, el Porto. Es como si un jugador de Peñarol pasara a Nacional o viceversa. La mayoría de las veces esos cambios de club resultan tan publicitados y controvertidos, que afectan el desempeño del futbolista con su segundo club. Parecía que con Pereira iba a ocurrir algo parecido, pero el futbolista uruguayo se sale hasta en eso de los patrones convencionales. En poco tiempo se ganó a la hinchada del Porto, y en ese club, como si fuera el caballero de Johnnie Walker,sigue tan campante.
El futbolista con tres apodos, “Mono”, “El tractor” y “Super Maxi”, está teniendo una temporada fenomenal, siendo titular indiscutido en los partidos de la UEFA Champions con su equipo. El pasado 24 de octubre tuvo una destacada labor en el triunfo 3-1 del Porto como visitante sobre el Lokomotiv de Moscú. A los 34 años de edad, y en plena etapa de renacimiento, es uno de los futbolistas más viejos de dicha competencia. El Porto tiene varios jugadores jóvenes en esa posición, pero Pereira resiste. La consistencia de su juego no solo le ha devuelto la titularidad en los partidos en que las papas queman, sino que además va camino a convertirlo en ídolo en el club que seguramente menos pensó llegaría a serlo.
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