Una mujer entró apresurada a la Sociedad Criolla La Estancia de San Ramón, tomó una silla de plástico del lote y se sentó al lado de otra vecina. Murmuró “este es mi candidato” y sacó el celular para tomar una foto. Un poco más lejos, algunos minutos antes, una pareja había destacado la “solidez” de las palabras que estaban escuchando. Decían que se necesitaba una persona con mano firme para “enderezar” el rumbo.
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