Adrián Aguilera Díaz, un experto del Hospital de Día Vetersalud, resalta la necesidad de prestar atención a este órgano tan importante en los perros. Según él, muchas de las patologías caninas están directa o indirectamente relacionadas con problemas hepáticos, lo que subraya la importancia de un cuidado y vigilancia constantes. ¡Cuida a tu mascota y al mejor amigo del hombre!
Funciones esenciales del hígado en los perros
El hígado no es solo uno de los órganos más grandes en el cuerpo de nuestros perros, sino también uno de los más vitales debido a su amplia gama de funciones. Situado estratégicamente en la parte delantera del abdomen, adyacente al diafragma y al estómago, este órgano juega un papel crucial en numerosos procesos biológicos que son fundamentales para la vida.
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El hígado ayuda en la producción de factores de coagulación necesarios para controlar el sangrado.
Funciones clave del hígado en los perros:
- Digestión de nutrientes: el hígado produce jugos biliares que se almacenan en la vesícula biliar y son liberados al duodeno para descomponer grasas, proteínas e hidratos de carbono, facilitando así su absorción en el torrente sanguíneo.
- Síntesis de proteínas: esencial en la producción de albúmina, que regula la presión en los vasos sanguíneos, y de lipoproteínas, necesarias para el transporte de las grasas.
- Detoxificación: funciona como un filtro para neutralizar y eliminar toxinas, metabolizar medicamentos y descomponer sustancias de desecho.
- Producción de sustancias esenciales: interviene en la creación de colesterol, triglicéridos y glucosa, todos vitales para el funcionamiento normal del cuerpo.
- Producción de factores de coagulación: crucial para el proceso de coagulación de la sangre, previniendo hemorragias.
- Función de almacenamiento: almacena vitaminas y glucosa, proporcionando una reserva de energía y nutrientes esenciales para el bienestar del perro.
Problemas de hígado: síntomas de enfermedades hepáticas en perros
Cuando el hígado de un perro no funciona correctamente, puede manifestarse a través de diversos síntomas que a menudo son poco específicos pero significativos, según informó la Real Sociedad Canina de España:
- Vómitos y diarreas: pueden ocurrir tanto en ayunas como después de las comidas, indicando problemas digestivos relacionados con el hígado.
- Problemas de coagulación: incluyen la aparición de hematomas en el cuerpo y dificultad en la coagulación de heridas, indicativos de un fallo en las funciones hepáticas relacionadas con la producción de factores de coagulación.
- Ictericia: se observa una piel de color amarilla, especialmente en la piel del abdomen, cara interna de las orejas, ingles, ojos y parte interna de los labios, debido al aumento de bilirrubina en sangre.
- Ascitis: inflamación del abdomen por acumulación de líquidos, signo de una grave disfunción hepática.
- Dolor abdominal y anorexia: dolor en la zona del abdomen y falta de apetito son también síntomas comunes de enfermedad hepática.
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La vacunación es esencial para prevenir la hepatitis infecciosa canina.
Las causas de estos problemas pueden ser múltiples:
- Infecciones: virus, bacterias, parásitos.
- Exposición a tóxicos: sustancias como raticidas o algunos medicamentos como el paracetamol.
- Factores físicos: presencia de cálculos o "arenilla" en la vesícula biliar.
- Dietas inapropiadas: alimentos muy ricos en grasas o proteínas pueden ser perjudiciales.
- Genética: algunas razas como el cocker spaniel y el west highland white terrier son más susceptibles a problemas hepáticos.
Para diagnosticar estas enfermedades, los veterinarios suelen utilizar:
- Análisis sanguíneos: para medir las enzimas hepáticas y otros indicadores de salud del hígado.
- Ecografía: ayuda a visualizar el estado del hígado y detectar anomalías estructurales.
- Biopsia hepática: en casos más severos para evaluar el grado de daño hepático.
Prevención es clave para evitar la progresión de enfermedades hepáticas:
- Vacunación y desparasitación: esenciales para prevenir infecciones que pueden afectar el hígado.
- Alimentación equilibrada: evitar alimentos caseros ricos en grasas y optar por un pienso de calidad adecuado a la edad y actividad del animal.
- Chequeos anuales: controles de las enzimas hepáticas para detectar problemas en fases tempranas.