“Nuestro objetivo es conseguir la fecundación y eventualmente el nacimiento de personas en un entorno de gravedad parcial”, explica Egbert Edelbroek.

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Una empresa neerlandesa explora la posibilidad de hacer nacer bebés en el espacio

El objetivo de la compañía es proporcionar información clave para permitir la concepción y el desarrollo de embriones mediante una tecnología de reproducción asistida
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15 de noviembre de 2023 a las 05:00

Gardner Elliot, el primer ser humano nacido en Marte, creció en una colonia experimental luego de que su madre astronauta muriera durante el parto. Dieciséis años después, Gardner conoce por Internet a una muchacha que vive en la ciudad de Tulsa, en Colorado, y se enamora. Comienza entonces a preparar un plan para viajar a la Tierra y conocerla, a pesar del peligro que para él encierra vivir bajo los efectos de la gravedad. Pese al riesgo, el adolescente se lanza a la aventura.

La apretada síntesis corresponde a la película El espacio entre nosotros, que el director estadounidense Peter Chelsom rodó en 2017. Hoy, la renovada carrera espacial emprendida por varios países con el objetivo de establecer una colonia espacial en la Luna con miras a explorar el espacio profundo alimenta las más diversas hipótesis. Entre ellas, la posibilidad de un primer nacimiento fuera de la Tierra. Un acontecimiento que, según algunos, marcaría el inicio de una civilización multiplanetaria.

Por lo pronto, y sin ir tan lejos como a Marte, vivir en la Luna será arduo y estresante, por lo que los primeros habitantes probablemente pasarán sólo unos pocos años allí y es poco probable que formen una familia. "Si queremos tener colonias humanas más allá de la Tierra y si queremos realmente que sean independientes, tenemos que enfrentar el reto de la reproducción", estima Egbert Edelbroek, responsable de la empresa neerlandesa Spaceborn United.

La firma investiga las posibilidades de las diferentes etapas de reproducción humana en el espacio partiendo del supuesto que las colonias fuera de la Tierra no serán viables sin reproducción en el espacio. “Nuestro trabajo tiene como objetivo conseguir la fecundación y eventualmente el nacimiento de personas en un entorno de gravedad parcial”, explica con evidente entusiasmo Edelbroek.

El objetivo de la compañía es diseñar una hoja de ruta que proporcione información clave para, inicialmente, permitir la concepción y el desarrollo de embriones en el espacio a través de ARTIS, una tecnología de reproducción asistida en el espacio. “La humanidad debe convertirse en una especie multiplanetaria", asegura el empresario, convencido de que antes de morir verá nacer a un ser humano concebido en el espacio.

La primera etapa del proyecto ya está en marcha. Implica fertilizar células reproductivas femeninas de ratones en la Tierra. Una vez en el espacio, los embriones se desarrollan en un nivel de gravedad artificial similar al terrestre. Después de 5 a 6 días de desarrollo, los embriones se congelan criogénicamente y se devuelven a la Tierra para ser examinados y colocados en el útero de una ratona. “En misiones posteriores pretendemos utilizar embriones de células madre humanas y, eventualmente, células reproductoras humanas”, explica Edelbroek.

Uno de los objetivos científicos clave es trabajar para reducir el nivel de gravedad en Tierra para permitir la investigación de la gravedad parcial. Esto permite aprender cuáles deben ser los niveles mínimos de gravedad para un desarrollo embrionario sano. Hay otros desafíos. Ante las dificultades de mantener relaciones sexuales en el espacio, empezando por la falta de gravedad que alejaría a la pareja, Spaceborn United trabaja, en primer lugar, en la concepción de un embrión.

Por motivos éticos, la empresa busca primero la reproducción de ratones antes de plantearse el envío de espermatozoides y óvulos humanos lejos de la Tierra. Para ello creó un disco que mezcla estas células. “Es como una estación espacial para las células", resume Aqeel Shamsul, consejero delegado de la sociedad británica Frontier Space Technologies, que colabora con Spaceborn en el proyecto.

El ingeniero espacial detalla que la congelación de los embriones tiene como finalidad suspender su desarrollo y garantizar un regreso seguro a la Tierra en las difíciles condiciones que implican las sacudidas y la fuerza gravitacional. “Tenemos previsto un lanzamiento con células de ratón para finales del próximo año y habrá que esperar al menos cinco o seis años para el primer lanzamiento que busque producir un embrión humano”, dice Edelbroek.

"Un asunto delicado"

Pero eso sólo sería un pequeño primer paso. Hará falta un paso de gigante en el plano ético antes de que un embrión pueda ser reimplantado en un humano y que nazca un primer niño concebido en el espacio. "Es un asunto delicado. Al final, exponemos células humanas vulnerables, embriones humanos, a los peligros del espacio para los que los embriones no están concebidos", reconoce Edelbroek.

Según el empresario, son justamente las cuestiones éticas las que impulsaron a la NASA y otras agencias espaciales a confiar este tipo de investigaciones a empresas del sector privado. Edelbroek sostiene que su empresa es la única que busca desarrollar un embrión humano en el espacio, y espera que la humanidad consiga algún día un nacimiento natural en el espacio, aunque admite que el camino es "largo".

Los fluidos corporales, empujados hacia abajo por la gravedad terrestre, pueden ser elevados hacia arriba en un ambiente de poca gravedad, lo que genera distintos desafíos. “Si los cuerpos adultos pueden gestionar ciertas diferencias, un feto en pleno crecimiento es mucho más vulnerable. Primero hay que crear el entorno perfecto", explica Shamsul.

"Locamente ambiciosos"

Aunque parezca descabellado, más allá del interés estrictamente científico, hay otro factor que alimenta el ambicioso proyecto: el actual desarrollo del turismo espacial. Cada vez más multimillonarios están dispuestos a pagar por un viaje al espacio. Algunos, incluso, es posible que aspiren a convertirse en los primeros en concebir en el espacio, según el empresario.

“Las investigaciones de Spaceborn, que reproducen el proceso de fecundación in vitro en el espacio, ayudan también a las personas a concebir en la Tierra”, dice Edelbroek. Cuando empezó su aventura en 2017, confiaba que en algunos años podría concebirse un bebé en el espacio. Pero la magnitud de los desafíos lo obligó a reajustar sus ambiciones.

"Pasamos de ser locamente ambiciosos a ser muy ambiciosos", sostiene este hombre de 48 años. "Espero llegar a, al menos, los 100 años. Así que eso debería darnos suficientes décadas para conseguirlo", agrega Edelbroek.

Al margen de los desafíos científicos, tecnológicos y éticos, queda por resolver otro tema, que en la película El espacio entre nosotros se da por sentado. Su joven protagonista, nacido y criado en Marte, tiene nacionalidad estadounidense. Sin embargo, la cuestión no parece tan clara para los expertos en derecho internacional.

Según el Tratado del Espacio Exterior de 1967, cualquier objeto que se lance al espacio seguirá bajo la jurisdicción del país que lo puso en órbita. ¿Qué pasaría en el caso de un hipotético nacimiento en la Estación Espacial Internacional controlada por las agencias de Estados Unidos, Rusia, Japón, Canadá y Europa? En principio, como la estación no pertenece a nadie, no se podría seguir el criterio del lugar del nacimiento.

“Tendría que regirse por el derecho de sangre. A ese bebé se le debería otorgar la nacionalidad de sus padres, dependiendo de las leyes de sus países”, explica Edelbroek, mientras jura que no cesará en sus esfuerzos por abrir la puerta para que la humanidad se convierta en una especie multiplanetaria.

 

(Con información de AFP)

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