Ricardo Peirano

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Reflexiones liberales > Cartas del director / Ricardo Peirano

Populismo, impuestos y empleo

La actual conducción económica tiene claro que aumentar los impuestos no es la solución, lo cual da tranquilidad a corto plazo y por este período de gobierno
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10 de junio de 2018 a las 05:00
Los dirigentes de las cámaras empresariales salieron satisfechos de la reunión con miembros del gobierno en la que fueron informados del contenido general de la última Rendición de Cuentas del presente gobierno. La satisfacción se refirió principalmente al hecho de que en esta nueva instancia presupuestal no habrá nuevos impuestos ni suba de los actuales. Después de la dura propuesta del PIT-CNT para aumentar la carga tributaria a empresas e individuos y de conocerse recientemente una propuesta en similar dirección del poderoso sector del MPP que plantea fuertes aumentos tributarios y revisión de exoneraciones fiscales en los proyectos de fomento de inversión incluso con efecto retroactivo, el alivio es más que comprensible.

Las andanadas para subir los impuestos a las empresas y al patrimonio así como la de crear nuevos (como el de las herencias que obviamente no tienen una justificación fiscal sino ideológica) han ido en aumento en los últimos años. Ello es consecuencia del fin de la enorme bonanza de década del 2005 al 2014, con precios de materias primas que no se veían desde principios del siglo XX. Un viento de cola fenomenal permitió expandir el gasto público a niveles no conocidos en Uruguay pues la recaudación fiscal evolucionó a la par. Aunque, bueno es recordarlo, el gasto creció más que la recaudación aún sabiendo que esta no era sustentable en el tiempo. Y así lo fue: se acabó la bonanza y el aumento del gasto quedó al descubierto. Pero en lugar de aplicar políticas de austeridad o anticíclicas (esas prudentes políticas que permiten guardar recursos en épocas de bonanza para épocas de vacas flacas, y que suelen ser predicadas cuando un partido está en el llano pero tan poco practicadas cuando ese mismo partido llega al gobierno), se gastó todo lo habido y por haber, confiando que el crecimiento económico aportara recursos para la fiesta.

Pero no fue así, como muchos previeron y fueron catalogados de "pájaros de mal agüero", y el tan manido "espacio fiscal" se fue reduciendo hasta llegar a cero. Y de allí las presiones para aumentar la carga impositiva aunque ya esté en niveles sumamente altos. Como la fiesta populista tiene que seguir, los sectores más a la izquierda de la izquierda piden más impuestos sobre el capital y aumentar los actuales, aunque ello constituya una enorme presión sobre quienes depende el crecimiento futuro y la generación de empleo. Es más, seguro que constituye un desincentivo a la inversión privada.

Si a ello se suma un fenómeno mundial que afecta la generación de empleo genuino y su sustitución por nuevas tecnologías de producción, no cabe sino esperar una profundización del fenómeno del "jobless growth", o crecimiento sin la concomitante generación de empleo. Es más, aquí en Uruguay estamos experimentando un fenómeno particularmente inquietante: el crecimiento con pérdida neta de empleo.

Es un fenómeno que nos debería hacer reflexionar profundamente porque sin creación de empleo las sociedades no tienen futuro. No podemos permitir que las nuevas generaciones se queden por fuera del mercado de trabajo y no es lógico pensar que ello se va a solucionar con una "renta universal básica".

Facilitar la generación de empleo debería ser una de las máximas prioridades del actual gobierno y de los futuros. Cargar más a las empresas para financiar inciertos proyecto de presunto interés general, no es el camino. Mejorar la educación general y facilitar su incorporación al mercado laboral son, en cambio, políticas sensatas que muchos países, no populistas, intentan llevar a cabo. Ello y la reducción de la carga tributaria son las medidas que van en la dirección correcta. Pero ello exige esfuerzo. Es más fácil subir los impuestos, gastar a cuenta de una presunta mayor recaudación y luego que sean los gobiernos y las generaciones futuras quienes paguen el pato de la boda.

En todo caso, la actual conducción económica tiene claro que aumentar los impuestos no es la solución, lo cual da tranquilidad a corto plazo y por este período de gobierno. El próximo será harina de otro costal. Lo único seguro es que las fuerzas populistas seguirán impulsando una agenda impositiva que condene al país al fracaso. Es de esperar que esas agendas se resuelvan en el Parlamento y no en curiosos mecanismos intrapartidarios donde las minorías mandan más que las mayorías.

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