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Pensar el futuro laboral

Es realmente un atraso imperdonable estar debatiendo cosas del paleolítico del derecho laboral, cuando debemos estar acordando sobre la transformación del mundo del trabajo que ya se nos vino encima
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17 de marzo de 2019 a las 05:00

Parece difícil hablar de “pensar fuera de la caja en materia  laboral” cuando el gobierno se muestra incapaz de dar cumplimiento de las recomendaciones de la OIT en materia de piquetes y ocupaciones y en materia de negociación colectiva. Lo acaba de decir el Ministro de Trabajo, Ernesto Murro, ante una nueva exhortación de la OIT del mes de febrero para que el gobierno avance en dos puntos concretos de la Ley de Negociación Colectiva: a) que la huelga no puede cercenar el derecho de a trabajar de quienes desean hacerlo (por tanto, ocupaciones y piquetes que lo impidan son ilegales) y  b) que debe ser negociación bipartita (entre la empresa y los trabajadores) la que fije las condiciones laborales y los salarios que se encuentren por encima de los laudos mínimos, que sí se fijan en los Consejos de Salarios.

El Ministro Murro dice que “se ha hecho todo lo que había que hacer” y a partir de esa definición parece como que el gobierno tira la toalla y ya no le importa si vamos a la lista negra de la OIT o no. No es una buena actitud de cara al futuro. Aún no se ha hecho lo que ha señalado el Comité de Libertad Sindical de la OIT hace ya 8 años: falta que el Poder Ejecutivo envíe un proyecto de ley al Parlamento recogiendo las recomendaciones de la OIT. No basta decir que se han aprobado un alto porcentaje de acuerdos en los Consejos de Salarios porque esos acuerdos se han realizados bajo un marco normativo donde no se respetan los principios de libertad sindical que señala la organización internacional.

Ello, por tanto, favorece a la parte trabajadora que tiene cartas de negociación que, si se hubiera cumplido con lo establecido por la OIT, no tendría. Y quizá otros habrían sido los resultados. Por de pronto, se habría negociado en forma bipartita y ello marca una enorme diferencia con el tripartismo actual y que, a esta altura de las cosas, no cabe duda que el gobierno defiende y no quiere cambiar, diga lo que diga la OIT.

Como tampoco quiere cambiar lo de piquetes y ocupaciones, contrariando no solo lo que dice la OIT sino también lo que falla la justicia uruguaya en todos los casos de amparo que le han llegado. 

Parece que el gobierno mirara a la Justicia en este punto como alguien a quien no merece prestarse atención. Y ello es sumamente perjudicial para la vida republicana. 

Es realmente un atraso imperdonable estar debatiendo cosas del paleolítico del derecho laboral, que en un estado de derecho sano ya deberían estar saldadas hace mucho tiempo, cuando debemos estar pensando, hablando y acordando sobre la transformación del mundo del trabajo que ya se nos ha venido encima.

Algo similar ocurrió recientemente en Madrid con ocasión de un encuentro de ministras y ministros de Trabajo de América Latina que deliberó el 3 y 4 de marzo bajo el paraguas de la OIT . Fue llamativa la exposición del Ministro de Producción y Trabajo de Argentina, Dante Sica, que hizo un fuerte llamado a “romper la caja con la que hemos venido pensando el mundo del trabajo en estos últimos años”. Un llamado que lo sostuvo en una simple observación sobre la realidad en que las nuevas generaciones que se suman al mercado laboral. Según Sica, y no es algo que no sepamos en este lado del Plata: “Un joven que se incorpora hoy al mundo del trabajo desarrollará toda su actividad en los próximos años con un modelo que no es el que hemos venido trabajando hasta ahora”.

La ponencia de Sica cambió el rumbo del debate al plantear cómo deben cuestionarse el relacionamiento laboral en ese nuevo contexto, que nada tiene que ver con lo que hemos conocido. Donde incluso las fronteras del trabajo en relación de dependencia y el trabajo en condición de free lance desde su propia casa se desdibujaran a gran velocidad. Esa fue una de las conclusiones de un simposio sobre “El Futuro del Trabajo” que tuvo lugar en el IESE de Barcelona el 5 de marzo pasado y plantea enormes desafíos de todo tipo.

De modo que mientras nosotros seguimos atados a un pasado que se ha ido, y hablamos y peleamos por cosas que ya no están, estamos evadiendo el debate más importante, el debate que mostrará un mundo del trabajo que en nada se parecerá a lo que ha tenido lugar en los últimos 20 o 30 años. Y en vez de prepararnos con madurez para el futuro, nos aferramos a discutir cosas del pasado. Mientras tanto se ve que los países que van a  aprovechar mejor la revolución tecnológica son  los que han abandonado el concepto de lucha de clases y buscan un diálogo fructífero entre las partes, a nosotros eso nos tiene sin cuidado. Y es algo que debería hacernos reflexionar y debatir con madurez a empresarios, sindicalistas y gobernantes. 

Pero bueno, cada país elige dónde quiere estar. Si queremos un país de vanguardia, tenemos que empezar a pensar fuera de la caja en materia laboral. Y si el gobierno dice que “se ha hecho todo lo que había que hacer”, quizá empresarios y trabajadores puedan sentarse juntos a pensar fuera de la caja. Que bien nos vendría. 

 

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