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El Salvador antes de que fuera el gran infierno que es hoy, aunque ya entonces, casi 20 años atrás, ya era un infierno en rápido
in crescendo. Nada que comienza mal puede terminar mejor. Una tarde, cuando caía el sol, estando en un hermoso hotel en un barrio residencial de San Salvador, decidimos, con un escritor argentino y su esposa, salir a dar un paseo por las inmediaciones. Un guardia fuertemente armado en la puerta nos dijo que era una mala idea, porque las maras (pandillas) "buscan gente para secuestrar".
Quedamos petrificados, tanto, que decidimos permanecer en la habitación cada vez que no teníamos actividad oficial. Un salvadoreño, que vivía fuera y había venido a visitar a su madre, nos dijo que no era nada imposible que una mara armada hasta los dientes pudiera aparecer una noche para robar a todos los pasajeros del hotel. A los guardias del hotel los podían liquidar rápido.
Uruguay va camino a dejar de ser por completo el país tranquilo que fue hace mucho tiempo. Mejor dicho, hace rato que dejó de serlo. Vista la realidad en rápido proceso de deterioro, con el aumento de la
inseguridad yendo al galope, los escenarios a la vista no son nada halagadores. Y cuando se entra en esa espiral de sociedad corroída por el crimen, difícilmente hay marcha atrás, salvo que la afectada sea la ciudad de Nueva York y la policía encargada de devolverles la seguridad a los ciudadanos cuente con el apoyo absoluto de las autoridades, tal como pasó durante la alcaldía de Rudy Giuliani.
Con la delincuencia camino a quedarse con toda la torta, el futuro a corto plazo del Uruguay estará asociado a un atroz "escenario como El Salvador o Guatemala", según vaticinó con meridiana claridad
Mario Layera, director nacional de Policía, en entrevista realizada por Gabriel Pereyra y publicada en este diario el pasado 12 mayo. Cualquiera que haya estado en los países mencionados y vea la realidad uruguaya de hoy podrá coincidir con el veredicto de la bola de cristal de Layera. Que un sector político considere que la evaluación del jerarca policial es "catastrofista" y que sus declaraciones fueron "irresponsables", hace pensar en un avestruz haciendo comentarios con la cabeza metida en un pozo.