Leonardo Pereyra

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Jorge Vázquez dijo lo que tenía que decir

La responsabilidad de los gobernantes y la sensibilidad pública
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11 de julio de 2017 a las 15:31

Probablemente, una de las tareas más difíciles de un gobernante es la de ir contra la corriente de la opinión pública, decir que no cuando las multitudes dicen que sí, llevar adelante iniciativas que a casi nadie le gustan, encabezar la vanguardia cuando la gente le reclama que se ponga a la defensiva. Seguramente, una de las tareas más fáciles de los gobernantes es decirle a todo que sí, acompañar al "pueblo" aunque el "pueblo" se vuelva una turba peligrosa.

Cuando el subsecretario del Ministerio del Interior, Jorge Vázquez, luego de lamentar el asesinato de un policía a manos de un delincuente, advirtió que el funcionario estaba regalado ejerciendo su función fuera de su horario de servicio, dijo lo que un gobernante debe decir.

Lo que se escuchó después, en general, fue una bandada de declaraciones demagógicas en las que se acusó a Vázquez no solo de falta de sensibilidad sino también de prestarle más atención a un detalle administrativo que a la tragedia tremenda de una muerte.

Solo la familia del policía muerto sabe el dolor que se siente en la circunstancia que le tocó vivir. Usar esa pena para hacer política resulta un tremendo error en los bienintencionados y una canallada en los que, a sabiendas, buscaron juntar adhesiones chapoteando en la sangre ajena.

Vázquez hizo lo que tenía que hacer. Advirtió, cuando la opinión pública solo atinaba a enfocarse en la nueva bestialidad de un delincuente, que el asunto tenía aristas más complejas. Porque un policía agotado física y mentalmente después de 12 horas de trabajo ininterrumpido es un peligro no solo para él sino también para la gente a la que tiene que cuidar.

¿Que los policías se ven obligados a trabajar horas extras para sumar algún peso a su salario? Es verdad. Y también es verdad que en los últimos diez años el salario policial se quintuplicó.

También los maestros se quejan por su sueldo, y cumplen una tarea tan o más delicada que la de un policía. Cuando los maestros abusan con los paros y joroban a los más pobres, las críticas, con razón, caen sobre sus cabezas. En cambio, cuando un policía no puede ejercer debidamente su función pública porque se ha desgastado cuidando bienes privados, se suele ser más tolerante.

Lo que ocurre es que la sangre nubla la razón. Un sitio web de espectáculos titula por estas horas "Famosos tildaron de insensible al perro Vázquez" rompiendo las barreras de la guarangada.

Es lamentable tener que insistir en lo terrible que resulta la muerte de un ser humano. Pero un gobernante tiene una responsabilidad mayor que aquellos que, a la distancia y sin comerla ni beberla, se limitan a dar el pésame.

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