La primera señal se encontraba a tan solo 50 kilómetros de distancia de Montevideo. Por la ruta 5, en el empalme para entrar a la ciudad de Canelones, ya se podían divisar las primeras versiones del pabellón nacional, el símbolo que eligió el movimiento surgido a principios de 2018 como su bandera.
Según informó Policía Caminera, entre la hora 10 y las 13, habían ingresado al predio de la Asociación Rural de Durazno cerca de 1.600 vehículos. Una vez terminado el acto, desde el movimiento se estimó según información proporcionada por efectivos policiales que acudieron alrededor de 30.000 personas. Mientras grandes fardos de pasto seco van guiaban la entrada, en el estacionamiento esperaban autos, camionetas y muchos ómnibus.
Uno a uno iban entrando los autoconovocados, cargando reposeras, heladeras, la mayoría con banderas. Mientras que unos las llevaban en la espalda, otros las usaban como pañuelos para cubrirse del sol. Muchos eligieron paraguas y sombrillas para intentar escapar un poco del sol. No faltó el agua. Mucha agua.
Debido al insoportable calor, la mayoría buscó refugio del fuerte sol de enero bajo los árboles, entre abundantes banderas, carteles con el logo del movimiento y algún fogón en el que se asaban diferentes tipos de carnes. El amplio campo abierto en Durazno apenas albergaba a algunas pocas sombrillas y grupos de personas.
En el camino, a unos escasos metros de la entrada del predio dos productores hermanos descansaban a la sombra. Uno de ellos dormía una siesta. Eduardo y Álvaro De León llegaron a las 11 de la mañana desde San Jacinto. Llevan 30 años en el sector. Empezaron siendo productores de quinta (vendían en el Mercado Modelo), pero abandonaron la actividad porque no había gente para trabajar, contó Eduardo.
Además de productores agropecuarios, también había jubilados y dirigentes políticos llegados desde Rocha, Tacuarembó, Canelones, Paysandú, Montevideo y Cerro Largo. Estaban los que llegaron a caballo, los que llegaron en camioneta y los que lo hicieron a pie. Niños, hermanos, familias, todos formaban rondas apoyados en sus reposeras.
También estaban los que juntaban firmas para derogar la La Ley Trans y los militantes de la organización Vivir Sin Miedo, que lidera el senador Jorge Larrañaga y que propone una reforma constitucional en materia de seguridad.
En el predio de Santa Bernardina se podía encontrar de todo en materia de ventas: Pabellones nacionales a $100 (la banderita para el auto) y $200 la grande. Vendedores de tortas fritas, churros, panchos, lentes de sol, paraguas.
Cuando restaban unos pocos minutos para que comenzara a hablar el orador invitado, el periodista Gerardo Sotelo, quien navegó por diferentes temas relacionados a la tolerancia, la campaña electoral de 2019 y la importancia de las instituciones para sostener una democracia modelo, el público comenzó a copar de azul y blanco el verde césped y a escuchar atentos los discursos.
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