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¿Campaña electoral o guerra abierta?

Cuanto más civilizado sea el debate electoral, más centrado esté en las ideas y propuestas y no en las personas y cuanto más grandeza se muestren los dirigentes, menor será la virulencia a nivel general
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24 de febrero de 2019 a las 05:00

Faltan cuatro meses para las internas, siete para las nacionales y ocho para un eventual balotaje. Las internas, aunque tengan favoritos, están competitivas en los tres principales partidos y en el partido de gobierno como nunca antes ocurrió, corriendo con cuatro candidatos. Las nacionales de octubre, a estar por las encuestas serias, también muestran un elevado grado de competitividad y aún en el balotaje no hay nada definido. Es comprensible que en ese marco electoral hipercompetitivo, donde el FA puede perder la mayoría parlamentaria –después de tres periodos de gobernar a placer sin consultar demasiado con la oposición en búsqueda de consensos y de políticas de Estado para los grandes problemas del país–, o incluso la Presidencia, los nervios estén un poco a flor de piel, y donde haya reacciones poco razonadas. 

Solo así puede entenderse lo ocurrido a raíz del asesinato del grafitero Felipe Cabral, ocurrido el pasado sábado y del cual hay una investigación policial en curso para conocer los motivos y los autores del crimen. No sabiéndose nada más que la muerte en circunstancias extrañas de Cabral, con un disparo en la cabeza que aparentemente partió de una casa vecina, varios políticos del FA intentaron llevaron agua a su molino. El senador frenteamplista Marcos Otheguy relacionó inmediatamente esa muerte con la campaña “Vivir sin miedo” que impulsó el senador nacionalista Jorge Larrañaga para reformar la Constitución y que ha logrado el apoyo de 400.000 firmas.

También hizo referencia a este tema el precandidato presidencial por el FA Mario Bergara que puso en un tuit: “Ante el crimen de Felipe Cabral, reafirmamos nuestra visión que vivir sin miedo es poder pintar un grafiti en mitad de la tarde y que no te maten. Menos violencia y menos sufrimiento requiere menos armas de fuego”. Bergara hizo referencia a su propuesta para eliminar por completo la tenencia de armas de fuego por parte de la población, propuesta legítima de su parte, pero que no había traído a colación en los anteriores 51 homicidios registrados en el país en lo que va del año.

Afortunadamente el presidente del FA, Javier Miranda, salió ayer al paso de estas declaraciones, en concreto la de Otheguy, diciendo que están fuera de tono. Y reclamó respeto a la investigación policial, preocupación por la persona y sus deudos y no capitalizar el hecho para captar votos. También condenó los insultos a la vicepresidente Lucía Topolansky a la salida del Consejo de Ministros, cosa que merece el repudio unánime de la población. Como lo merecieron los insultos a Astori y más atrás en el tiempo al extinto Hugo Batalla, que tuvo que mudarse de barrio cuando decidió integrar la fórmula del Partido Colorado.

Obviamente que no hay forma de evitar en todo el territorio de la república que alguien insulte o agreda a un candidato. Pero sí debe exigirse a quienes ejercen cargos de gobierno o de dirección que sean quienes den el ejemplo. Cuanto más civilizado sea el debate electoral, cuanto más centrado esté en las ideas y propuestas y no en las personas, cuanto menos ataques ad hominen hayan, cuanto más grandeza se muestre entre los dirigentes entre sí, menor será la virulencia a nivel general. Y sobre todo lo que se haga para no incendiar la pradera a través de la redes sociales donde mucha gente comparte información sin saber lo que comparte y sin haberlo leído previamente.

Es necesario también que este comportamiento lo adopten los dirigentes de la oposición de primer y de segundo nivel, evitando propagar comentarios falsos como muchos que están surgiendo sobre la pastera de UPM y que se podrían comparar sin rubor con los falaces comentarios kirchneristas. Se puede estar a favor o en contra de la pastera, pero es preciso hacerlo con argumentos serios y razonados, tomando en cuenta lo que cada uno considera lo mejor para el país.

Pienso que los uruguayos nos merecemos una campaña electoral con propuestas, ideas y debates. Detestaría una campaña similar a la de Estados Unidos en 2016 cuando Trump y Hillary se tiraron con todo lo que tenían arriba y debajo de la mesa. Cuando hubo debates de mal gusto, tanto en las primarios como en las nacionales. Miro el elenco de precandidatos de los partidos y veo gente bien intencionada en todos.

Y también en aquellos partidos que no tienen competencia interna. Aspiro a que haya debates de cara a internas dentro de cada partido (aunque me temo que los uruguayos nos quedaremos con ganas), a que haya debates entre los candidatos de cara a octubre y no con ese penoso formato de la elección pasada, y por fin a que haya debate en un eventual balotaje. 
No olvidemos que la alternancia es un símbolo de las democracias maduras. Sepamos asumir ese reto con altura y demostrar que no nos lleva el viento del populismo. El tono de la campaña electoral será prueba  de ello. 

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